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Algo huele a podrido en Suecia

La adaptación cinematográfica de la trilogía Millennium ha querido ser muy fiel a los libros, lo que tiene sus pros y sus contras: cualquier desviación u omisión es detectada al instante (propongo un interesante juego: detectar las diferencias entre novela y película, que las hay)... y la escrupulosa fidelidad puede dejar al cine sin nada que aportar. En muchas ocasiones las mejores adaptaciones al cine de obras literarias han sido premeditadamente parciales (como El nombre de la rosa) o se han basado en libros definitivamente malos (El halcón maltés). En el caso que nos ocupa la película es un elemento más de algo enorme que se ha venido en llamar "el fenómeno Millennium".
El autor, el periodista sueco Stieg Larsson, murió de una paro cardíaco en 2004, poco antes de publicarse su obra; que a día de hoy lleva más de diez millones de ejemplares vendidos por todo el mundo. La trilogía Millennium se divide en tres novelas (convertidas en tres películas): Los hombres que no amaban a las mujeres (Män som hatar kvinnor, 2009), La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, y La reina en el palacio de las corrientes de aire. Parece que existe material para una cuarta entrega, que estaría en poder de su pareja, Eva Gabrielson, que paradójicamente no tiene ningún derecho sobre la herencia de Larsson. ¿Llegará a publicarse? Un negocio tan enorme que puede resistirse a morir.
Stieg Larsson era un periodista atípico. Trabajaba en Estocolmo para una publicación quincenal llamada Expo que desenmascaraba escándalos políticos y financieros (esto es, la revista Millennium de la ficción) y que se sostenía gracias a las aportaciones de personas afines a sus propósitos: denunciar los abusos del poder y los comportamientos racistas, y defender y promover la democracia. A Larsson, tras viajar por medio mundo, le impactó sobremanera el asesinato no resuelto del primer ministro sueco en 1986, el socialdemócrata Olof Palme. A principios de los 90 ya era un experto en grupos de ultraderecha y neonazis suecos, lo que le llevó a él y a los que trabajaban en Expo a vivir con mucha presión. En 1999 un colega fue herido gravemente; y en 2001 Larsson se decidió a llevar a la ficción todo lo que sabía y había vivido.
Lo que se cuenta en Millennium es una sociedad sueca aparentemente plácida y aletargada, en cuyo seno late el horror. Hasta una de las sociedades más desarrolladas del planeta tiene sus fantasmas. En mi opinión la clave del brutal éxito de Millennium va por parejas: dos personajes colosales y dos temas de actualidad clave. Los personajes son el alter-ego de Larsson, el periodista Mikael Blomkvist, y la joven hacker Lisbeth Salander. Los temas son la violencia contra las mujeres (violencia de género o violencia machista) y la importancia de las nuevas tecnologías y de la sociedad de la información.
Los hombres que no amaban a las mujeres es en esencia una novela negra. Una novela de intriga con unos ingredientes y una trama inusuales, y que enganchan y aterran a la vez al lector/espectador. No se puede decir nada más sin desvelar, pero resulta cuando menos impactante comprobar cómo Larsson, hace casi diez años, alertaba ya sobre las prácticas financieras del capital especulativo que al poco iban a desencadenar la presente crisis. Una obra al fin y al cabo que literariamente quizás no tenga tanto valor, como tampoco puede que lo tenga la película, cinematográficamente hablando, pero cuyos aportes, su pulso a la realidad de principios del siglo XXI, ha conectado con el sentir de millones de personas de todo el mundo.